DECÁLOGO PARA EL VERANO

🔵No tomes vacaciones de Dios
Aprovecha el tiempo libre para orar más, no menos. Dios no se va de vacaciones… y tú tampoco de tu relación con Él.

🔵Cuida tu cuerpo y tu alma
Descansa, sí, pero también alimenta tu interior: con lectura, oración, silencio, misa. El alma también necesita sol.

🔵Aprovecha para servir
El verano es una oportunidad para ayudar a quienes lo tienen más difícil: ancianos solos, familias necesitadas, personas sin hogar…

🔵Sé luz en tus vacaciones
Viajes, playa, encuentros… Todo puede ser ocasión para dar testimonio con tu alegría, tu amabilidad y tu fe vivida con naturalidad.

🔵No descuides la Eucaristía
Busca la parroquia del lugar donde estés. La misa dominical no se suspende en julio ni en agosto.

🔵Cuida tus palabras y tus gestos
La libertad del verano no debe ser excusa para actuar con superficialidad o egoísmo. Que se note que eres de Cristo.

🔵Vive la belleza de la creación con gratitud
Mar, montaña, paisajes… Alaba al Creador en todo lo que contemples. Y cuídalo: la ecología también es un acto de fe.

🔵Comparte más tiempo con tu familia
Escucha, acompaña, dialoga. A veces el mejor regalo del verano es el tiempo que damos a los que más queremos.

🔵No desconectes de la comunidad
Mantente unido a tu parroquia, aunque estés lejos. Reza por ella, consulta su web, participa si puedes en alguna actividad.

🔵Lleva a Cristo contigo allá donde vayas
Con tu actitud, tus valores, tu sonrisa. Que quienes te encuentren este verano descubran en ti una chispa del amor de Dios.