JUEVES SANTO: "OS HE DADO EJEMPLO"

Hoy es un día inolvidable para los cristianos. La Pascua, que conmemoraba la liberación de la esclavitud y el paso del mar Rojo hacia la libertad, compendiaba todas las intervenciones de Dios a favor del pueblo elegido. Es un día memorable, para celebrar. Y lo sigue siendo para todos los cristianos porque Jesús, al sentarse a la mesa con los discípulos para celebrar la Pascua, lo colma de sentido.

Estamos en el Cenáculo. Jesús y los discípulos, con algunas mujeres. Cristo-Sacerdote compartiendo su vida y misión en la intimidad, con los presbíteros.

Nos introducimos en el Triduo Pascual. Tres días para vivir la unidad del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección. Son momentos de la única Pascua de Cristo.

Nos quedamos sin palabras ante el gesto del lavatorio de los pies. El asombro de los apóstoles es la imagen de nosotros mismos. Los esquemas han quedado rotos. Cuando nos sentimos jóvenes y fuertes somos capaces de ‘comernos’ el mundo, y a casi nadie nos resulta fácil dejarnos ayudar. Nos gusta ser protagonistas. Pero es el Señor —siempre tiene que ser Él— el que marca los pasos, la mirada, las palabras, los gestos…

Quiere lavarnos los pies. Quiere que sintamos su misericordia, su amor y su perdón. Déjate lavar por el agua viva de Jesús. Déjate lavar con humildad, ante el abajamiento más extremo del Señor, para convertir tu corazón de piedra en un corazón de carne, para tener la amabilidad y el detalle de hacer tú lo mismo. Nos decía el papa Francisco: “¿Estoy verdaderamente dispuesta o dispuesto a servir, a ayudar al otro? Pensemos esto, solamente. Y pensemos que este signo es una caricia de Jesús, que Él hace, porque Jesús ha venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos”.

Nos sentamos en torno a la mesa, en acción de gracias. Jesús parte el pan y dice: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por nosotros”. Y lo mismo con el cáliz: “Este es el el cáliz de la nueva alianza sellada con mi sangre”. La Pascua es la celebración de la comunidad en torno a la Eucaristía. “Sacramentode la Pascua del Señor, memorial de su muerte y resurrección, signo escatológico de su futura venida”.

Acercarse a comulgar hoy, día de Jueves Santo, es beber y masticar todo el amor del Señor que se nos da en oblación, en sacrificio, para hacernos pan compartido para los demás. Es saborear y gustar el amor inmenso que Él te tiene para recrear con tu trigo y tu vino el Pan de la fraternidad en la comunidad, en la Iglesia. Al comulgar te haces uno con el Señor. Aceptas vivir en la unidad desde la diversidad y la riqueza eclesial. Al comulgar recibimos al Amor, para amar de verdad.

Y ahí se queda Él, en el Sagrario, tantas veces abandonado. Ahí se queda, para adorarle y para enseñarnos que el que guarda la vida, el egoísta, la pierde; y el que la pierde, el que da su vida, el que se desvive por los demás, la gana. No podemos quedarnos en los gestos y ritos, hay que dar el paso a la vida: no podemos quedarnos en la cena, hemos de seguirle hasta Getsemaní, hasta la Cruz…

REFLEXIÓN DEL P. LUIS MARCO SUS, C.P.