DOMINGO DE RESURRECCIÓN: "¡HA RESUCITADO!"

Con la Vigilia, “madre de todas las vigilias”, comienza el tercer día del triduo. ¡Resucitó! Cristo, el que nació de María la Virgen, el que pasó haciendo el bien, el que partió el pan y fue clavado en la Cruz, ¡resucitó! La Luz vence a las tinieblas.

Sólo el amor tiene la última palabra. Sólo Dios es capaz de transformar el dolor en salvación. ¡Resucitó! Es el grito de la Iglesia después de siglos y siglos. Es nuestro grito, nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor. Jesús resucitó y cambia el rumbo de la historia y de la humanidad. Él vive y la última palabra la tiene la Resurrección.

Toda la Palabra de Dios en esta noche nos muestra la unidad salvífica en Cristo. Pongámonos hoy en pie, en camino, seamos madrugadores para ver lo que ha ocurrido, y llevemos esta Buena Noticia a todos. La Cruz tiene sentido por el poder de la Resurrección. La Cruz ha sido iluminada como el árbol de la vida.

Hoy muy especialmente, y cada domingo, celebramos la vida, la vida de la gracia en los sacramentos. “El sacramento de la Pascua, el memorial del sacrificio de la Cruz, y la presencia de Cristo resucitado, es también culminación de la iniciación cristiana y pregustación de la pascua eterna”. ¡Qué bello es, por tanto, celebrar hoy el bautismo, la confirmación y la eucaristía! Somos hijos de Dios, y nos ha llamado a la vida para hacernos participar de su misma vida.

Luz y Palabra. Bautismo y Eucaristía expresan la vida de Dios. Todo es así por el agua y el Espíritu de nuestro bautismo. En él hemos muerto con Cristo y vivimos con él. También hemos ido al sepulcro y hemos escuchado la hermosa noticia de la Historia.”No está entre los muertos. ¡Ha resucitado!” Y después, un tanto aturdidos por todo lo sucedido, como aquellos discípulos de Emaús, sentimos que arde nuestro corazón, y que es verdad: ¡Cristo Vive, Aleluya, Aleluya!

Es la invitación que nos hacía el Papa Francisco en la Pascua: “Acojamos la gracia de la Resurrección de Cristo. Dejémonos renovar por la misericordia de Dios, dejemos que la fuerza de su amor transforme también nuestras vidas; y hagámonos instrumentos de esta misericordia, cauces a través de los cuales Dios pueda regar la tierra, custodiar toda la creación y hacer florecer la justicia y la paz”.

Este es el día. El día de la fiesta. El día del Señor. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos contentos. La muerte no es el último estadio de la vida. La muerte no es punto y final. Cristo ha resucitado, vive, lo han visto, nos lo han dicho los testigos, esa es la noticia del día, de hoy y de siempre.

REFLEXIÓN DEL P. LUIS MARCO SUS, C.P.